Canción de canciones, la cual es de Shelômôh.
¡Oh si él me besara con besos de su boca! porque mejores son tus amores que el vino.
Por el olor de tus suaves ungüentos, ungüento derramado es tu nombre, por eso las vírgenes te amaron.
Llévame en pos de ti, correremos. Me trajo el rey en sus cámaras: nos gozaremos y alegraremos en ti; nos acordaremos de tus amores más que del vino: los rectos te aman.
Negra soy, oh hijas de Yerûshâlaim, más codiciable; como las cabañas de Qêdâr, como las tiendas de Shelômôh.
No mires en que soy negra, porque el sol me miró. Los hijos de mi madre se airaron contra mí, me hicieron guarda de viñas; y mi viña, que era mía, no guardé.
Hazme saber, o tú a quien ama mi alma, dónde repastas, dónde haces tener majada al medio día: porque, ¿por qué había yo de estar como vagueando tras los rebaños de tus compañeros?
Si tú no lo sabes, oh hermosa entre las mujeres, sal, yéndote por las huellas del rebaño, y apacienta tus cabritas junto a las cabañas de los pastores.
A yegua de los carros de Parôh te he comparado, amiga mía.
Hermosas son tus mejillas entre los pendientes, tu cuello entre los collares.
Zarcillos de oro te haremos, con clavos de plata.
Mientras que el rey estaba en su reclinatorio, mi nardo dio su olor.
Mi amado es para mí un manojito de mirra, que reposa entre mis pechos.
Racimo de alcanfor en las viñas de Êyn Gedı̂y es para mí mi amado.
He aquí que tú eres hermosa, amiga mía; he aquí que eres bella: tus ojos de paloma.
He aquí que tú eres hermoso, amado mío, y suave: nuestro lecho también florido.
Las vigas de nuestra casa son de cedro, y de ciprés los artesonados.