Palabras del Qôheleth (קֹהֶלֶת), hijo de Dâwid, rey en Yerûshâlaim.
Vanidad de vanidades, dijo el Qôheleth; vanidad de vanidades, todo es vanidad.
¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo con que se afana debajo del sol?
También sale el sol, y el sol se pone, y se apresura a ir al lugar de donde surgió.
El rûach va hacia el sur y gira hacia el norte; gira continuamente, y el rûach vuelve nuevamente según sus circuitos.
Los ríos todos van a la mar, y la mar no se llena; al lugar de donde los ríos vinieron, allí vuelven para correr de nuevo.
Todas las cosas están llenas de trabajo; el hombre no puede pronunciarlo: el ojo no se sacia de ver, ni el oído se llena de oír.
¿Qué es lo que fue? Lo mismo que será. ¿Qué es lo que ha sido hecho? Lo mismo que se hará: y nada hay nuevo debajo del sol.
¿Hay algo de que se pueda decir: He aquí esto es nuevo? Ya fue en los siglos que nos han precedido.
No hay memoria de lo que precedió, ni tampoco de lo que sucederá habrá memoria en los que serán después.
Yo el Qôheleth fui rey sobre Yâshârêl en Yerûshâlaim.
Y di mi corazón a inquirir y buscar con sabiduría sobre todo lo que se hace debajo del cielo: este penoso trabajo dio ĔLÔHÎYM (אֱלֹהִים) a los hijos de los hombres, en que se ocupen.
Yo miré todas las obras que se hacen debajo del sol; y he aquí, todo ello es vanidad y aflicción de rûach.
Lo torcido no se puede enderezar; y lo que falta no se puede contar.
Hablé yo con mi corazón, diciendo: He aquí me hallo yo engrandecido, y he crecido en sabiduría sobre todos los que fueron antes de mí en Yerûshâlaim; y mi corazón ha percibido muchedumbre de sabiduría y conocimiento.
Y di mi corazón a conocer la sabiduría, y también a entender las locuras y los desvaríos: conocí que aun esto era aflicción de rûach.
Porque en la mucha sabiduría hay mucha tristeza; y el que aumenta el conocimiento, aumenta la tristeza.